lunes, 9 de mayo de 2016

Día de las Madres



Ser madre en el medio de la historieta es un oficio ingrato. Cuando no se las mata como pretexto argumental –o incluso como punto de partida del personaje protagonista, como la progenitora de Batman—, son inexistentes, bonitos recuerdos y en muy pocas ocasiones son entidades completas por sí mismas, como se describió en los cómics de la década de 1990 a Martha Kent, la mamá de Superman, que hasta aerobics hacía.


            Y eso en la historieta internacional; en los cómics mexicanos tenemos a doña Eufrosina, la Yocasta última, la más grande adoradora de su Edipo de chocolate, nuestro entrañable Memín.


En la página de Facebook dedicada a su personaje Meteorix, el historietista Jorge Break afirma que en su ya clásica serie “las madres nunca salieron muy bien libradas. La madre de Aldo (el protagonista) era bastante jija. La madre de Lucy (la amiguita linda linda del prota) nunca estaba, la madre del May (el amigote/Sancho Panza de Aldo) lo abandonó cuando era un bebé. La madre de Eva (la chica que desdeña a Aldo sin poderes y es fan de Meteorix) estaba bieeen buena, pero estaba más interesada en su aspecto personal que en cuidar a su hija”.
La madre mexicana máxima del cómic mexicano es sin duda doña Borola Tauche de Burrón, inventiva, tirada pa’delante, incansable, inteligente y cabrona. Nadie como ella para hacer rendir el gasto, bien encaminar (al desmadre) a quienes la rodean y necesariamente la quieren, pues bien que apoya a todos.


            Salvo estas dos contadas excepciones, la mujer ha sido tratada en las historietas más como accesorio que como protagonista, salvo en honrosas ocasiones. Las más rescatables serían Raquel, la mamá de Mafalda, siempre con la respuesta oportuna a su abusadilla nena; Alice Rutherford, Lady Graystoke, madre de Tarzán, inventiva y apoyo incondicional de su pareja, así como las mamaces de las ladillas Daniel El Travieso y de Calvin el niño del tigre Hobbs, por aguantar las diablura de sus vástagos.
            Mejor le ha ido a la mujer como persona completa y como madre en el universo de los cómics de la editorial estadunidense Marvel.
            Desde la tía May del Hombre Araña –cada vez más joven y guapa en las entregas cinematográficas, de una cacheteada Rosemary Harris a una despampanante Marisa Tomei— hasta Sue Richards, la mujer invisible, destacan por actuar sin necesidad de apoyo masculino.


            Mientras la Tía May llegó a ser heraldo de Galactus el devorador de mundos, Sue lucha por mantener unida a su familia, triunfó sobre la terrible pérdida que le representó un aborto, y soportó que su esposo Reed (Míster Fantástico, el hombre elástico) desconectara la mente de su hijo Franklin para mantener latentes sus amplísimos poderes mutantes (el nene fue capaz de crear un universo entero para salvar las vidas de Los 4 Fantásticos y Los Vengadores).




            Poco conocido fuera de los cómics es que entre los muchos madrazos y sorpresas en la vida de Sue es que debe afrontar tener y guiar a una hija adolescente, Valeria von Doom, procreada con el villanísimo Doctor Doom y llegada de improviso al universo “normal” de las historietas Marvel.
            Y a propósito de chamacos criados en dimensiones paralelas, la reina es Jean Grey/Marvel Girl/Fénix, novia y eventualmente esposa de Cíclope de los X-Men: madre de Rachel Summers en un universo, y mamá adoptiva de Nathan Christopher (Cable), hijo de Cíclope y una clon de la misma Jean.


Ser mujer y madre no es fácil en ningún universo, creado para la historieta o en el mundo “real”. Desde esta humilde palestra, más allá de la fecha, este su Charrus enigmaticus les rinde homenaje, mujeres así nomás, sin etiquetas.


Todas las imágenes pertenecen a sus respectivos dueños, y se usan con fines ilustrativos, sin intención de lucro

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