lunes, 11 de julio de 2016

Los Picapiedra, Scooby, Los autos locos – más cabrones que nunca



La editorial estadunidense DC Comics apostó por traer al siglo XXI, en forma de historieta, caricaturas clásicas del estudio Hanna-Barbera creadas hace medio siglo. El resultado es divertido, y al menos incitador al escándalo para puristas que no aceptan el cambio y la puesta al día de los personajes clásicos.

La primera entrega de esta aventura editorial que DC puso a la venta hace poco menos de un mes fue Future Quest, una aventura que reúne a los héroes de acción Johnny Quest, El Fantasma del Espacio, Birdman, el Trío Galaxia, Los Herculoides y Los Imposibles. Escrita por Jeff Parker (guionista de las series Shazam!, Aquaman y Batman ‘66) y dibujada por Evan Doc Shaner (Flash Gordon), la serie presenta peripecias a través del tiempo y el espacio. Da algo más de profundidad a los personajes de lo que se ve en las caricaturas, pero de ahí en fuera, no es la gran cosa.



Los grandes cambios vinieron con Scooby-Doo Apocalypse, realizado a partir de diseños de Jim Lee, quien en la década de 1990 revitalizó a los X-Men y hoy es poco menos que un gurú de los cómics publicados por DC. Scooby, Shaggy, Velma, Fred y Daphne ya no son adolescentes con ínfulas de detectives, sino un grupo de aventureros que sin querer comienza una guerra contra una multinacional que realiza experimentos genéticos que puede desatar un apocalipsis de mutantes.



Scooby es un gran danés manipulado genéticamente y con accesorios tecnológicos fusionados a su cuerpo que le permiten comunicarse más y mejor que un perro normal. Shaggy ya no es un hippie con apariencia y actitudes de consumidor de mariguana, sino un científico hípster; Velma es un genio tecnológico incomprendido; Daphne es una periodista en busca de rating para su programa de investigación y Fred, su arrogante y medio menso camarógrafo.

Con guion de Keith Giffen y JM DeMatteis (Legión de Superhéroes, Liga de la Justicia Internacional), ilustrado por Howard Porter (Batman Beyond, Justice League 3000), los cambios no dan lugar para el humor que podría esperarse de la serie, que en su forma original era ante todo de aventuras cómicas. Aquí el humor se queda en el asiento de atrás, dando sitio a la seriedad que implica una amenaza de alcance mundial.



A continuación DC presentó Wacky Raceland, una puesta al día de la hilarante caricatura Los autos locos. En el original, un grupo de pilotos competían por un premio… sin más motivación que ganar el premio y ya. Ahora, quien gane las carreras podrá salir del páramo estéril en que se ha convertido la Tierra en el futuro, y llegar a un mítico sitio de abundancia y prosperidad.



Wacky Raceland presenta a Penélope Glamour, Pierre Nodoyuna, a Los Hermanos Macana y al resto de los corredores locos sobre poderosos autos… máquinas autoconscientes, que hablan y tienen personalidades, diseñadas nada menos que por Mark Sexton, quien colaboró en Mad Max: Furia en el camino. Penélope ya no es una damisela en desgracia, sino una cojonuda jovencita que puede sobrevivir por sí misma, y la Pandilla del Hormiguero, suerte de siete enanitos disfrazados de gángsters del Chicago de los 30s, son enanos mutantes de instintos asesinos.



Pierre Nodoyuna aún tiene a su perro Patán (aquí con implantes biotecnológicos) y a su potente Súper Ferrari… y aún no logra ganar carreras ni con sus marranadas en la pista. La serie es escrita por Ken Pontac, quien ha colaborado lo mismo para programas infantiles como Lazy Town, que en la horripilante y divertidísima Happy Tree Friends (animalitos que terminan en sus caricaturas eviscerados y/o hechos pedacitos), mientras que los dibujos son del argentino Leonardo Manco (Hellblazer).

Y al final, DC dejó a su Joya de la Corona, Los Picapiedra.



El guionista Mark Russell (Prez) y el dibujante Steve Pugh (Blade, Rogue Trooper) presentan a Pedro Picapiedra, su esposa Vilma, su compadre Pablo Mármol y a la esposita de éste, Beti, en una ciudad de Piedradura con tecnología basada en rocas y bichos prehistóricos, que incluyen adelantos como el cuernófono celular. Pedro es un asalariado con la obsesión de subir de nivel económico y social, incluso si eso implica abusar de cromagnones de pocas luces y gran poder físico, obligado por el implacable industrial Señor Rajuela. Las grúas impulsadas por el poder dinosaurios, los troncomóviles, todos los detalles están ahí puestos al día. Vilma no se conforma con ser ama de casa y busca desarrollarse como mujer y artista en ciernes, y la serie se da el lujo de ofrecer una crítica a la sociedad gringa actual, con todo y Pedro y Pablo como veteranos de guerra con remordimientos y dudas sobre sí mismos y sus acciones.



DC no parece obsesionada con destruir a los clásicos, sino actualizarlos para el público del siglo XXI. Ya si lo logra o no, eso lo decides tú.



Todas las imágenes son propiedad de DC Comics

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