Este fin de semana se estrenó en México y Estados Unidos Deadpool, la cinta más reciente
inspirada en historietas. Cuando el subgénero cinematográfico de los
superhéroes parecía agotado, la nueva cinta de Tim Miller –que no es ningún
novato en adaptar cómics en la pantalla: hizo lo propio de forma muy efectiva
con Scott Pilgrim en 2010— llegó a
dar un nuevo aire y una nueva definición al caos, la destrucción, la
desacralización de los valores sociales en general, y a introducir un concepto
arrumbado desde La Máscara (Chuck
Rossel, 1994, protagonizada por Jim Carrey), el desmadre.
Deadpool
(Ryan Reynolds, estrella de la fallida Linterna Verde, 2011) es un desmadroso.
Enamorado, el matón a sueldo Wade Wilson, que golpea por encargo con una veta
de bondad y desinterés en su corazón, se somete a un tratamiento contra el
cáncer que padece, sólo para poder vivir con la mujer que ama (Morena Baccarin,
bien conocida por los aficionados a las historietas y producciones basada en
ellas, luego de estelarizar la serie de televisión con aventuras en el espacio,
Firefly; la segunda versión del
programa Invasión extraterrestre;
hacer las voces de la villana Cheetah y a la heroína Canario Negro en dibujos
animados, además de hacer el papel de la psiquiatra Leslie Thompkins en Gotham, programa de tele que presenta a Batman cuando era niño).
El
tratamiento tiene éxito, cura el cáncer de Wilson e incluso le da el poder de
regenerar sus células al punto de volverlo inmortal, pero tiene terribles
efectos colaterales: Le deja la piel como víctima de una psoriasis galopante,
le deforma el rostro y lo convierte en un psicópata sádico e infantiloide.
Nada
qué ver con las obsesiones de orden de Batman, con las pulsiones de control
ultraderechistas del Hombre de Hierro, y menos con las dudas y la angustia
adolescentes del Hombre Araña y Los Hombres X.
Deadpool
vive y sobrevive armando desmadre, dejando caos y destrucción a su paso,
rompiendo la cuarta pared y dirigiéndose a su público, estando muy consciente
de que es un personaje ficticio dentro de una película.
Deadpool es la séptima cinta inspirada
en un personaje de las historietas de la editorial Marvel en recibir la
clasificación R (sólo para adultos) en Estados Unidos, después de las tres
películas de Blade el cazador de vampiros, y las tres realizadas a partir del
justiciero asesino Punisher.
Y bien
que se gana la clasificación: decapitaciones, chorros de sangre que manan de
heridas, violencia irracional que el protagonista disfruta al límite, sin más restricción
que sólo hacer daño voluntariamente a quienes deciden perjudicar por obtener
ganancias. De las víctimas colaterales inocentes y de los daños materiales
millonarios, luego hablamos.
Dos
miembros de los Hombres X, Coloso –generado por computadora— y Negasonic –una
preciosa, cachetona Brianna Hildebrand— intentan encaminar a Deadpool de vuelta
al lado de los héroes sujetos al orden, y sólo consiguen quedar envueltos en el
camino de venganza y destrucción que genera El mercenario hocicón.
La
cinta cumple como divertimento, como demostración de los alcances de las
imágenes generadas por computadora, y de que desacralizar un género y demolerlo
hasta sus cimientos produce diversión palomera sin más intención que obtener un
varo a cambio de mociones básicas. Deadpool no engaña a nadie: para reflexionar
y edificarse hay otros trabajos. Esto sin duda es resultado de reclutar entre
los guionistas a Rob Liefeld y Fabian Nicieza, quienes crearon a Deapool para
los cómics hace 25 años.
Por lo
pronto, Deadpool domina las taquillas estadunidense y mexicana. Al momento,
según la revista electrónica Box office
mojo, se esperaba que recaudara 150 millones de dólares en Estados Unidos para
el lunes 15 de febrero, pulverizando el récord anterior para una película
estrenada el mismo mes, impuesto el año pasado por 50 Sombras de Grey, que vendió 94 millones en boletos en sus
primeros cuatro días de exhibición. Además, hizo 132 millones de dólares en
taquillas fuera de Estados Unidos. Nada mal para una cinta que costó 58
millones de dólares.
El
estudio 20th Century Fox ya autorizó que se filme una segunda entrega con las
aventuras de Deadpool, así que hay mercenario hocicón para rato. Sangre,
balazos, explosiones y defesmafadrefe para toda la familia mayor de 15 años (en
México la censura se vio meno$ $evera que en Estados Unidos, quizá por motivos
económico$, y finalmente la violencia de pixeles no pretende promover la
agresión, sino hacer catarsis a partir de ella).
Por
cierto, mientras que en México Deadpool anuncia galletas, en Inglaterra
promociona al Manchester United en el cual militó el gran pambolero tapatío
Javier Chicharito Hernández,
y promueve la autoexploración para prevenir el cáncer de mama.
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