lunes, 15 de febrero de 2016

Deadpool, el desmadre enmascarado

Este fin de semana se estrenó en México y Estados Unidos Deadpool, la cinta más reciente inspirada en historietas. Cuando el subgénero cinematográfico de los superhéroes parecía agotado, la nueva cinta de Tim Miller –que no es ningún novato en adaptar cómics en la pantalla: hizo lo propio de forma muy efectiva con Scott Pilgrim en 2010— llegó a dar un nuevo aire y una nueva definición al caos, la destrucción, la desacralización de los valores sociales en general, y a introducir un concepto arrumbado desde La Máscara (Chuck Rossel, 1994, protagonizada por Jim Carrey), el desmadre.


                Deadpool (Ryan Reynolds, estrella de la fallida Linterna Verde, 2011) es un desmadroso. Enamorado, el matón a sueldo Wade Wilson, que golpea por encargo con una veta de bondad y desinterés en su corazón, se somete a un tratamiento contra el cáncer que padece, sólo para poder vivir con la mujer que ama (Morena Baccarin, bien conocida por los aficionados a las historietas y producciones basada en ellas, luego de estelarizar la serie de televisión con aventuras en el espacio, Firefly; la segunda versión del programa Invasión extraterrestre; hacer las voces de la villana Cheetah y a la heroína Canario Negro en dibujos animados, además de hacer el papel de la psiquiatra Leslie Thompkins en Gotham, programa de tele que presenta a Batman cuando era niño).
                El tratamiento tiene éxito, cura el cáncer de Wilson e incluso le da el poder de regenerar sus células al punto de volverlo inmortal, pero tiene terribles efectos colaterales: Le deja la piel como víctima de una psoriasis galopante, le deforma el rostro y lo convierte en un psicópata sádico e infantiloide.
                Nada qué ver con las obsesiones de orden de Batman, con las pulsiones de control ultraderechistas del Hombre de Hierro, y menos con las dudas y la angustia adolescentes del Hombre Araña y Los Hombres X.


                Deadpool vive y sobrevive armando desmadre, dejando caos y destrucción a su paso, rompiendo la cuarta pared y dirigiéndose a su público, estando muy consciente de que es un personaje ficticio dentro de una película.
                Deadpool es la séptima cinta inspirada en un personaje de las historietas de la editorial Marvel en recibir la clasificación R (sólo para adultos) en Estados Unidos, después de las tres películas de Blade el cazador de vampiros, y las tres realizadas a partir del justiciero asesino Punisher.
                Y bien que se gana la clasificación: decapitaciones, chorros de sangre que manan de heridas, violencia irracional que el protagonista disfruta al límite, sin más restricción que sólo hacer daño voluntariamente a quienes deciden perjudicar por obtener ganancias. De las víctimas colaterales inocentes y de los daños materiales millonarios, luego hablamos.


                Dos miembros de los Hombres X, Coloso –generado por computadora— y Negasonic –una preciosa, cachetona Brianna Hildebrand— intentan encaminar a Deadpool de vuelta al lado de los héroes sujetos al orden, y sólo consiguen quedar envueltos en el camino de venganza y destrucción que genera El mercenario hocicón.


                La cinta cumple como divertimento, como demostración de los alcances de las imágenes generadas por computadora, y de que desacralizar un género y demolerlo hasta sus cimientos produce diversión palomera sin más intención que obtener un varo a cambio de mociones básicas. Deadpool no engaña a nadie: para reflexionar y edificarse hay otros trabajos. Esto sin duda es resultado de reclutar entre los guionistas a Rob Liefeld y Fabian Nicieza, quienes crearon a Deapool para los cómics hace 25 años.
                Por lo pronto, Deadpool domina las taquillas estadunidense y mexicana. Al momento, según la revista electrónica Box office mojo, se esperaba que recaudara 150 millones de dólares en Estados Unidos para el lunes 15 de febrero, pulverizando el récord anterior para una película estrenada el mismo mes, impuesto el año pasado por 50 Sombras de Grey, que vendió 94 millones en boletos en sus primeros cuatro días de exhibición. Además, hizo 132 millones de dólares en taquillas fuera de Estados Unidos. Nada mal para una cinta que costó 58 millones de dólares.


                El estudio 20th Century Fox ya autorizó que se filme una segunda entrega con las aventuras de Deadpool, así que hay mercenario hocicón para rato. Sangre, balazos, explosiones y defesmafadrefe para toda la familia mayor de 15 años (en México la censura se vio meno$ $evera que en Estados Unidos, quizá por motivos económico$, y finalmente la violencia de pixeles no pretende promover la agresión, sino hacer catarsis a partir de ella).
                Por cierto, mientras que en México Deadpool anuncia galletas, en Inglaterra promociona al Manchester United en el cual militó el gran pambolero tapatío Javier Chicharito Hernández, y promueve la autoexploración para prevenir el cáncer de mama.






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