lunes, 8 de febrero de 2016

Antonio Gutiérrez, el más grande historietista mexicano de todos los tiempos



Sixto Valencia, es el ilustrador definitivo de Memín Pinguín, corazón de chocolate del cómic nacional. Gabriel Vargas dejó en viñetas un importante testimonio de la vida urbana mexicana en el siglo XX con su Familia Burrón. Germán Butze y sus divertidísimos Supersabios están hoy injustamente lejos de los reflectores.
            De las grandes figuras del cómic industrial mexicano anteriores a 1970, el más grande, el más importante y mejor de todos los ilustradores es Antonio Gutiérrez, incluso sobre sus maestros y contemporáneos Pancho Flores, Arturo Casillas y Ramón Valdiosera.

 
            Don Antonio, Toñito o Guti, como le llamamos quienes tuvimos la fortuna de ser sus amigos, fue dibujante de cabecera de Yolanda Vargas Dulché, a su vez la más grande narradora de la historieta mexicana de todos los tiempos. La mancuerna guio la sensibilidad (habrá quien diga la sensiblería) de Latinoamérica con los relatos que crearon para la revista Lágrimas, Risas y Amor, la eterna Lágrimas y Risas, adaptados y adoptados por el cine y la televisión.
            Yesenia, El pecado de Oyuki, Rubí, Gabriel y Gabriela, María Isabel (La Cenicienta latinoamericana definitiva), todas fueron creadas por la dupla Vargas Dulché/Gutiérrez. También dibujó Rarotonga, uno de los más grandes éxitos de Editorial Argumentos (Edar), empresa pivote de un imperio que fue impresor, distribuidor de impresos e incluso consorcio inmobiliario, en sus estertores a principios del siglo XXI cuando se llamaba Grupo Editorial Vid. Pocos reparan en que Rarotonga no fue escrita por doña Yolanda sino por su esposo Guillermo de la Parra, a su vez inspiración para el nombre de Memín, el queridísimo, inolvidable afromexicano.


            Este su Charrus enigmaticus trae a Toñito en la mente desde la semana pasada. Y es que el pasado 4 de febrero, Guti (iren al Charro del Misterio, bien confianzudo, pero no es más que por la admiración y el cariño) habría cumplido 96 años.


            Toño nació el 4 de febrero de 1920 en el barrio de San Miguelito, en la capital de San Luis Potosí. Su madre, viuda, era propietaria de un hotel y vio escandalizada que su chamaco se pasaba dibujando día y noche. Preocupada por el pobre futuro económico que ella veía para Toño si se volvía artista, ordenó a su personal ocultar cuanto material pudiera obtener el chamaco para hacer trazos.
            El esfuerzo fue inútil. Toñito robó carbones de la cocina y con ellos hizo dibujos sobre el suelo de la azotea del hotel. La doña debió reconocer que el chavo llevaba el arte en las venas y lo dejó ser, crear, copiar, analizar, experimentar, DIBUJAR historietas.
            A los 17 años, Gutiérrez publicó su cuento Kombo el hombre león en la revista Macaco y se lanzó a la aventura a la Ciudad de México. Cuando su tren salió de la estación, gritó que sólo volvería a San Luis siendo un ilustrador de éxito. Nada menso, lanzó su juramento cuando la máquina pitaba, no fuera a ser que regresara con un palmo de narices; precaución ociosa, pues llegó a ser el rasero con el que se midió a la excelencia en la entonces boyante industria del cómic tenochca del siglo XX.


            Gutiérrez llegó al estudio del historietista pionero Ramón Valdiosera para pedir chamba. Un caballero, don Ramón dijo al escuincle que no tenía trabajo qué ofrecerle, pero que estaba a sus órdenes y volviera cuando lo necesitara. Con la espontánea osadía de la poca edad, Toño replicó: “Hoy es cuando más necesidad tengo. Y no tengo dónde dormir; le tomo la palabra”. Extendió la colchoneta que era también su maleta, y se quedó en el lugar.
            Con un fabuloso sueldo de 10 centavos diarios, suficientes para subsistir a fuerza de bolillos y plátanos, Toño empezó a ser un profesional de la historieta borrando los trazos a lápiz que quedaban en las páginas de cómic ya entintadas por ilustradores más experimentados. Afinó sus monos bajo la dirección de Valdiosera.
            Para la década de 1940 ya era de los mejores y más cotizados dibujantes de México. Incluso sufrió al menos un secuestro a manos de rivales del coronel revolucionario José García Valseca, dueño de la revista fundacional Paquito y de lo que hoy es la Organización Editorial Mexicana. Con esos plagios no se pretendió atentar contra la integridad del ilustrador, sino para impedirle dibujar y retrasar la edición de su trabajo.


             En busca de rapidez y efectismo, creó la técnica de ilustración de cómics llamada medio tono, lograda con lápices y carboncillos. Pionero de la autopublicación, creó a Don Proverbio, un viejito que ilustraba relatos moralistas a través de consejas populares. “La mafia de la distribución” de impresos, bien descrita por Luis Gantus en su libro La increíble y triste historia de la cándida historieta y la industria desalmada (Caligrama/Ediciones Balazo, 2014), impidió que esta obra llegara masivamente a los lectores.


En 1951 dejó la historieta y fundó el Canal 5 de televisión junto con su amigo Guillermo González Camarena, de quien fue director artístico, jefe de producción y para el cual realizó cortinillas en dibujos animados. Vargas Dulché lo llamó en 1954 para que le dibujara en Edar.
            Toñito dejó las editoriales a mediados de la década de 1980, pero se dio tiempo de hacer el Prontuario Rotario para Rotary International, organización a la cual pertenecía, y de fundar La Hermandad de Historietistas, tertulias en las cuales los entonces bisoños Sebastian Carrillo Bachan, Bernardo Fernández Bef, y Oscar Bazaldúa, entre otros, convivieron y parendieron de titanes del calibre de Valencia, Ángel Mora (Chanoc), Daniel Muñoz (El Pantera), Héctor DeNegri (Por favor), Joaquín Fernández Bassoco (Tawa), los portadistas indispensables Benjamín Orozco padre e hijo y decenas de figuras más. Perdimos físicamente a Toño el 1 de mayo de 2006, pero su trabajo titánico permanece.


            Bef, novelista gráfico y en prosa, autor de muy buen trabajo como Uncle Bill y Hielo Negro, llamó a Gutiérrez “nuestro Jack Kirby, sólo que a diferencia del rey de los cómics, Toñito pasó sus últimos años sin recibir el reconocimiento que merece su obra, de gran impacto en la cultura popular”. Yo aquí me atrevo a refutarte, entrañable Bef. Kirby, creador del Universo Marvel –cuyo aniversario luctuoso fue el 6 de febrero— era el Gutiérrez gringo.
Los historietistas mexicanos del siglo XXI fueron antecedidos por creadores gigantes, y el más grande de todos se llama Antonio Gutiérrez.
(Gracias al Museo de la Caricatura y la Historieta Joaquín Cervantes Bassoco,
del cual tomé ilustraciones) 
MISCELÁNEA COMIQUERA
Editorial Panini pondrá pondrá en circulación a partir del próximo 17 de febrero una primorosa colección de 60 figuras inspiradas en personajes de DC Comics, cada una acompañada de un bonito folleto con información sobre el héroe o villano correspondiente. Están chulas de bonitas.


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