Vaya semana. El Chapo
fue reaprehendido, González Iñárritu arrasó en los premios Globos de Oro con su
cinta El Renacido, murió David Bowie,
el precio del petróleo mexicano cayó por debajo del costo de producción, y se
acusó de machismo al Festival de Cómics de Angoulême, Francia, uno de los más
grandes e importantes del mundo junto con los eventos similares de San Diego,
Estados Unidos; Barcelona, España, y Lucca, Italia (lista a la que bien se
puede incluir a La Mole Comic-Con, celebrada en la ciudad de México).
El
pasado martes 5 de enero, el colectivo francés de Autoras de Cómic Contra el
Sexismo tachó de “machista” al festival de Angoulême y llamó a boicotearlo por
no incluir a mujeres entre los nominados a su Gran Premio. Se reprochó que
desde su fundación en 1974, el evento sólo ha entregado su Grand Prix a una mujer, Florence Cestac, en el año 2000, y 13
autores pidieron que se retiraran sus nominaciones, entre ellos los afamados
gringos Daniel Clowes, Brian Michael Bendis y Chris Ware, así como el italiano
Milo Manara.
A
continuación, el festival ofreció una nueva lista de nominados que incluía a
seis autoras, la desechó y finalmente decidió que profesionales de la historieta
votaran a su gusto por quién debía recibir el Gran Premio. El numerito pudo
quedar ahí, pero el director de la convención de Angoulême, Franck Bondoux,
salió con su batea de babas y afirmó al diario Le Monde que “el Festival quiere a las mujeres, pero no puede
rescribir la historia de la historieta”, en la cual guionistas y dibujantes del
género femenino son minoría. Incluso comentó que en el Museo del Louvre “hallarán
pocas mujeres artistas”. Y hasta ahí va el conflicto.
En
efecto, no abundan las mujeres en el cómic internacional. Entre las pocas
historietistas estadunidenses clásicas destaca Marjorie Henderson Buell por
crear a La Pequeña Lulú, y si bien la presencia femenina se incrementó allende
el río Bravo desde la década de 1960 con los trabajos de la dibujante y
colorista Marie Severin, de la guionista Louise Simonson –que participó en La Muerte de Superman— y de la editora
Ann Nocenti, hoy tampoco son muchas las gringas comiqueras. Jill Thompson (Scary Godmother), Gail Simone (Batgirl) y pocas más no hacen una
legión.
En
México la situación no es muy distinta, si bien la actividad comiqueril de
mujeres se ha incrementado. Una mujer, Yolanda Vargas Dulché, permeó en las
vidas y la sensibilidad latinoamericanos con sus revistas Lágrimas y risas y Memín
Pinguín –ambas ilustradas por varones, Antonio Gutiérrez y Sixto Valencia,
respectivamente—; Dantina Faust y Lidia Heria participaron en El mil chistes; la recientemente
fallecida Laura Bolaños creó El libro
semanal, y las esposas de algunos dibujantes los ayudaban en su trabajo,
como Guadalupe Barreiro, compañera de Héctor García (La perla del Caribe), quien recibía crédito como Guadalupe Kennedy, por la unidad
habitacional en la que habitaban al oriente de la ciudad de México.
Hoy, el
cómic mexicano se enriquece con las obras de Adalisa Zárate (Travelling Seers), Elisabetta Di (Los vigilantes), Alejandra
Elena Gámez (The mountain with teeth), Jimena Sánchez,
y Palmira Campaña (El muchacho vaselina).
En la década de 1990, Gabriela Maya impulsó el hoy muy popular estilo comiquero
japonés con su trabajo en Los
supercampeones y Sailor Moon,
mientras que Edgar Clement (Operación
Bolívar) actualmente forja en su taller a una nueva generación que incluye
a Cuavia, realizadora de Civil Regulation.
Adalisa
ofreció una reflexión en Facebook: “¿Saben que es lo que MÁS me molesta de lo
de Angoulême? Que la gente no sabe leer. El problema NO es que en 43 años de
existencia del premio sólo lo haya ganado una vez una mujer (y una segunda
mujer tenga el premio ‘especial’ de aniversario). El problema es que en la
LISTA de NOMINADOS nos quieran venir a decir que no pudieron pensar siquiera en
UNA mujer cuya trayectoria en los cómics le pudiera valer la nominación. Porque
esa es la que definitivamente no es creíble. Sí, hay
una serie de limitaciones a la lista (Por ejemplo, el trabajo de los nominados
debe ser publicado en francés, ya sea original o traducido), pero aun así... me
quieren venir a contar que Ryoko Ikeda (La
rosa de Versalles) NO tiene una mayor trayectoria e importancia para el
comic internacional que Naoki Urasawa (Yawara!,
21st Century Boy)? O sea... Yo adoro el trabajo de Urasawa, pero Urasawa no
ha influenciado con su trabajo a TODO un género diferente ni ha creado una estética
que a la fecha es imitada por otros. (Y sí, Urasawa estaba nominado. Así que no
me vengan con ‘no hay mujeres con la trayectoria de Stan Lee’, porque no,
tampoco Urasawa tiene la trayectoria de Stan Lee).
Y
mientras esto sucede, Marvel presenta al nuevo Halcón, Joaquín Torres, el
primer superhéroe de origen indocumentado. Resulta que Joaquín entró a Estados
Unidos sin papeles y (¡horror de horrores!) ayudaba a aspirantes a
indocumentados en el desierto de Arizona dejándoles agua, comida y alimento. Un
grupo antimigrante capturó a Joaquín y lo entregó al científico loco Karl
Malus, viejo enemigo de La Mujer Araña, quien lo convirtió genéticamente en un
halcón humano y le dio poderes de regeneración.
Curioso
que este nuevo Halcón se llame Joaquín, como El Chapo… si bien el guionista Nick Spencer y el dibujante Paul
Renaud realizaron hace meses el número 5 del cómic Captain America: Sam Wilson, a la venta esta semana.
MISCELÁNEA COMIQUERA
Nuestro amigo Rodrigo Álvarez Reynal editó un genial
calendario inspirado en los Orishas, deidades de la religión Yoruba, ilustrado
por grandes artistas, entre ellos Trish Wheatley (mujer, pa que vean los franceses), Jorge Break (Meteorix, Crónicas de Fátima),
Raziel Scorza
y Rafaela Herrera.
El Calendario de los Orishas 2016 se
consigue en el muro de Facebook de la Fundación Ifágbàmílà AC,
en el correo electrónico ifagbamila@gmail.com,
así como en el Mercado de Sonora de la ciudad de México y en botánicas, establecimientos
especializados en Santería.
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