lunes, 4 de abril de 2016

El cómic mexicano en el siglo XXI



Hoy ya no se hacen cuentos como los que leía tu papá.
La Familia Burrón de Gabriel Vargas, escaparate de las actitudes, los usos y costumbres urbanas mexicanas del siglo XX, son hoy un documento más que un espejo vivo, sobre todo porque doña Borola y su familia no llegaron a vivir la revolución tecnológica actual. Vaya, en sus historietas no se conocen siquiera las videocaseteras, ya no digamos los teléfonos celulares.


Los imperios que constituyeron Grupo Editorial Vid y EJEA desaparecieron y las escisiones surgidas de esta última empresa, las editoriales Mango y Toukán, están muy lejos de las glorias que disfrutaron.
Vid no supo manejar, actualizar y mantener en el gusto del público sus geniales productos familiares, las historias que crearon para la revista Lágrimas y risas la guionista Yolanda Vargas Dulché y su dibujante de cabecera, Antonio Gutiérrez, la mancuerna máxima del cómic nacional. Memín Pinguín, de Vargas Dulché e ilustrado por Sixto Valencia, es aún querido pero sin el escaparate que merece.




Y a pesar de haber sido vanguardia en la reproducción de cómics extranjeros entre el fin del siglo XX y principios del XXI, Vid no fue capaz de administrarlos y el nicho quedó en manos de Televisa, que hoy edita versiones en español de los cuentos de superhéroes de Marvel y DC.
En buena hora todavía tenemos mucha y muy buena historieta mexicana.
Sin embargo, al no estar más en los puestos de periódicos, los cómics nacionales no están a la mano de sus lectores potenciales. Hay que buscarlos en librerías, tiendas especializadas y por parte de sus mismos autores, así como en convenciones y eventos culturales.
La escena comiquera nacional incluye lo mismo el amable, desmadroso trabajo del chilango Juanele, que las historietas ilustradas al estilo japonés producidas en Chihuahua por el colectivo Monos de acción. Va de las aventuras épicas de la mexiquense Corteza Editorial –que entre otras series ofrece a las irreverentes, cabronas Fairy Bitches a la obra de los clásicos Luis Fernando y Ahumada que Editorial Resistencia presenta junto con los cómics del joven, comprometido Augusto Mora.







Por si fuera poco, una nueva generación surge en la Ciudad de México de la mano de Edgar Clément (Operación Bolívar), quien entrena a nuevos talentos, entre ellos Motzaqui (Memelito Guerrero) y Cuavia (Civil regulation).
En Monterrey, Nuevo León, Central Fixion se convierte a paso firme en un centro cultural con la historieta como pivote. Encabezado por Mudo Martínez (Arsenal), el cineasta y entusiasta de la historieta Carlos García Campillo, Dono Sánchez (Turbo Desafiante), Sergio Hernández (Rockers) y Rojo Caballeromenti, el lugar es una afortunada mezcla de institución educativa –continuamente ofrece talleres para crear historieta—, tienda de cómics, cafetería y cineclub. Además, con su sello Fixión Narradores ha publicado Turbo Desafiante, Nómadas del Yermo y Ultrapato, creaciones éstas de Raúl Treviño y Edgar Delgado.





En tanto, el talento mexicano se exporta. La lista de ilustradores que publican en Estados Unidos y Europa aumenta; nuevos talentos se unen continuamente a Humberto Ramos (Spider-Man), Gerardo Sandoval, Paco Medina, Carlo Barberi (Marvel), Oscar Bazaldúa (Evil Dead) y Sebastian Bachan Carrillo (BOOM! Studios).





Las mujeres son aún minoría en la historieta, lo que no les resta genialidad. Adalisa Zárate hace Travelling Seers, la primera historieta mexicana con ambiente de béisbol; Alejandra Elena Gámez realiza The mountain with teeth, y Jimena Sánchez realiza Monitos Bonitos.


Mientras, los escritores Ricardo Llarena y Abraham Martínez dirigen a la Ciencia Ficción mexicana, rodeados de autores no sólo nacionales, sino latinoamericanos en general.


Y Momentum Comics presenta en la red una amplia variedad de historietas, como Crónicas de Fátima y Black Bones, realizadas por Jorge Break, y Vigilantes, de Elisabetta Di y Raúl Valdés, a su vez creador de Living with Shine! junto con Oscar Amador.


Todo ello es documentado por la revista Comikaze, que dirige el incansable Jorge Tovalín y que presenta en su edición más reciente una linda, impresionante portada en tercera dimensión realizada por el yucateco Fernando Peniche.


El cómic mexicano está bien y vivo, esperando a sus lectores, por lo general primero en versiones digitales y posteriormente impresas. Búscalos. Te aseguro que te divertirás.

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