lunes, 21 de diciembre de 2015

Skywalker a través del espejo (Los motivos del Wampa)



Pus ya vi La guerra de las galaxias: El despertar de La Fuerza.
Hace 38 años, George Lucas me llevó a una galaxia muy, muy lejana donde le partí su máuser a un enemigo cabronsísimo y a sus huestes descerebradas, al lado de entrañables compañeros de aventuras.


Los klínex que pasaban por pantallas en las cajas de cerillos que eran los Multicinemas de Plaza Universidad me trajeron nuevos amigos: Un güero inexperto, medio menso pero entrón; un canijo fogueado en mil tiros con la ley y los pasados de lanza, que manejaba a la nave Halcón milenario, con la cual recorrió La Ruta de Kessel en un récord de 12 parsecs; su valedor del machín, un chango/Sancho Panza/Porthos, gigante peludo émulo del fiel compañero nativo americano Toro; la princesita que no se rajaba a la hora de los cates; un sabio avezado en los Misterios de La Fuerza…
Ah, y unos robots que hacían de hacían de graciosos shakespeareanos-Matashichi y Tahei-Fernando Soto Mantequilla-Armando Soto La Marina El Chicote en Star Wars, el bonito y sabroso puchero que entre otros ingredientes mezcla La fortaleza prohibida de Kurosawa (1958) con las aventuras espaciales de Flash Gordon (creado para el cómic por Alex Raymond en 1934), novelas de caballería y un análisis microscópico del ensayo de Joseph Campbell El héroe de las mil caras (1949).


Vi surgir un monstruo de la mercadotecnia, primero con dos tres monos chidos que hoy es un diluvio que va de chones a charolas de hielo con forma de Han Solo congelado en carbonita.
Leí la pedorrísima El ojo de la mente, las aventuras de Lucas Trotacielos en las selvas del planeta Mimban contadas por Alan Dean Foster (1978); los cómics Marvel muy bien escritos por guionistas de la talla de Chris Claremont –autor de las historietas clásicas de los X-Men Días de futuro pasado y Saga de Fénix Oscura, entre otras—, que entre otros ilustraron Carmine Infantino (dibujante mejor conocido por su trabajo en la editorial DC) y Walter Simonson (Thor).


Hoy Marvel, en manos del emporio de comunicaciones Disney lo mismo que el Universo Star Wars, publica nuevos, padrísimos cómics de La guerra las galaxias luego de que las historietas estuvieron a cargo de la editorial Dark Horse entre los noventas y principios de los dosmiles.
Gracias a las cintas Beta y VHS, luego al devedé y al blurey, recito capítulo y versículo de los Episodios IV al VI de la saga de la familia Skywalker.
Vi surgir el bonito Universo Expandido de Star Wars, relatos de Luke Skywalker et al en novelas, en las ya mencionadas historietas de editorial Dark Horse, así como en juegos de rol y video, que fueron borrados como “historia oficial” en 2012, cuando Disney compró la franquicia a Lucas en más de 4 mil millones de dólares.


A fines de la década de 1990 me chuté las quesque “ediciones especiales” plagadas de pegotes digitales, con Han Solo disparando después de Greedo el cazarrecompensas en la cantina de Mos Eisley, no abaratándoselo; con una rola bien diferente y bien gacha en el palacio de Jabba, con celebraciones mamucas ante la caída del Imperio, en lugar de la canción de los ositos una vez concluida La Batalla de Endor.
Vi los tapices digitales con los que Lucas pretendió contar con más pedos que gloria el origen, surgimiento y caída de Anakin Skywalker, el nacimiento de Darth Vader, la huída de Yoda al caer la República.
Y me acabo de refinar La guerra de las galaxias: El despertar de La Fuerza.


Lewis Carrol arrojó a Alicia a través del espejo, hoy el director Jeffrey Jacob Abrams hace pasar a sus personajes por un relato que refleja paso a paso la fórmula del nacimiento, aprendizaje y triunfo del héroe, igualito a La guerra de las galaxias: Una nueva esperanza con todo y robotito simpático, con todo y planeta desértico, su arma capaz de destruir planetas, su muertito en la estación de los malos antes de la batalla final, el arma de los villanos que se destruye con un tiro preciso…


No vi nada que no viera antes. Muy bien hecho, muy bien contado, con la Princesa Leia arrastrando las frases como si se hubiera echado sus chupirules entre tomas.
Con Daniel Craig el 007 como el stormtrooper al que la niña Rey (jedi que fue y será) le hace coco wash, con las voces de Ewan McGregor y Alec Guiness como el mairo Kenobi, con la voz de Frank Oz como el Maestro Yoda que se escuchan al momento que Rey toma el sable de Skywalker… Con el bonito guiño a Apocalipsis ahora (Coppola, 1979).


No vi nada nuevo. A ver si en la próxima entrega, Disney tiene la decencia de ofrecer un producto nuevo. Ese Ratón Mickey, ese Abrams, me quedan a deber. Espero que salden su cuenta en mayo de 2017, pa cuando tienen programado el Episodio VIII.

El copyright del poster y fotografías pertenecen a las correspondientes productoras y/o distribuidoras.




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